domingo, noviembre 13, 2005

Haymarket, Boston


Todos los Viernes y Sabados en el North End de Boston abre el Haymarket, una feria a cielo abierto de varias cuadras, donde se puede comprar todo lo comestible a precios rebajados. Caty y yo caimos por ahi un Sabado lluvioso, a eso del mediodia y con la feria desplegada a todo color, sabor y ruido. Recorrer los puestos de fruta y verdura fue como transportarse a otro mundo, lejos de la elegancia patricia de Boston. Los puesteros son salvadorenios, griegos, libaneses, mexicanos, vietnamitas, chinos y algunos locales bostonianos anunciando sus productos con el acento de la region. Los precios son muy bajos, comparados con supermercados, la calidad es despareja y hay que revolver un poco, pero se puede conseguir buena merca. Ademas, los precios bajan a lo largo del dia, y cerca de la hora de cierre se remata todo lo queda por practicamente nada. Lo mas gracioso es que los vendedores cultivan un mal humor constante, que parece ser requisito para instalar un puesto. Ni buen dia, ni que necesita, ni un pomo. Te acercas al puesto, el tipo agarra una bolsa de plastico y te mira con cara de "apurate, que llevo un dia de perros".


Y el caos reina, y la gente se amontona, llevando sus compras y sus carritos con bebes. Flota en el aire un perfume de mil frutas, de humanidad acelerada por la oportunidad. Los turistas sacan fotos mientras viejitas chinas sin dientes compran kilos de gengibre. Y todos a los gritos, las familias anunciando sus descubrimientos y los vendedores atrayendo clientes con alaridos de "a buck a pound!" (a un dolar la libra), formula indefinida que aparentemente incita el interes (una libra de que?). Ademas de los puestos, hay en la feria locales fijos, al nivel de la calle mas algunos subterraneos, armados en sotanos a los que se accede por una escalera empinada. Alli imperan los pescados y mariscos, las carnes y los productos importados de todo rincon: aceitunas griegas, especias indias, dulces chinos de colores fosforescentes y mil latas de etiqueta incomprensible. Las carnicerias son alucinantes, por lo variado. Las hay Kosher y Halal, el equivalente musulman, mexicanas con cabezas de chivo que mas parecen ofrendas satanicas, vietnamitas con patos enteros colgando y paquetitos de organos de procendencia misteriosa. Aqui no hay manera olvidarse o negar la procendencia de nuestros guisos: las gondolas estan llenas de sangre.

Nuestros puestos favoritos son los que sirven comida al paso. No hay muchos, son los unicos en los que pudimos charlar un poco con los vendedores. Comimos almejas vivas con limon en un puesto de pescados y mariscos, al principio con un poco de aprehension, pero con casda ronda mas confiados. Eran deliciosas, con el sabor del mar vivo. Una maravilla. Nos dieron ganas de mas mariscos, pero no encontramos ningun otro puesto. Nos metimos entonces en el Union Oyster House, una marisqueria que abrio en 1746, opera continuamente desde 1826 y es uno de los restaurants originales mas antiguos de USA. Ahi nos sacamos las ganas de ostras sentados en una barra de piedra, acompañando los bivalvos con un blanquito frio.

hola bichin

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